El escritor inglés Neil Gaiman nos dice que para que los niños sientan el placer de leer hay que darles acceso a aquellos libros que les divierten y el tiempo para que los lean.
Ningún mediador cuestionaría que su principal función es escuchar los intereses y gustos de su público para poderle ofrecer la lectura que lo conquistará.
Tampoco nadie pondría en duda que no hay lectores si no hay libros y un acceso directo a los mismos.
Y, evidentemente, si no hay instancias de Lectura (lectura en mayúsculas, sin una función utilitaria del texto), en casa, en la escuela…no estamos facilitando la aproximación al libro de aquellos lectores ingenuos que todavía se lo miran con cierta desconfianza.
Pero no siempre quien tiene a su alcance libros, incluso buenos libros, y dispone del tiempo para leerlos, se convierte en lector.
¿Qué faltaría en esta ecuación? Desde mi punto de vista el ejemplo de un adulto que transmita su amor por la lectura (sin necesidad de decirlo).
Aún así, para nuestra desgracia, eso tampoco nos garantiza lectores.