¿Se imaginan un país donde reine el silencio y la gente se comunique pintando; un país donde nadie salga de casa sin su caja de tizas y donde los colores de las fachadas varíen en función del estado de ánimo de quien viva adentro? Así era el país de nuestro cuento. ¿Y saben de qué color era la felicidad? ¡Roja como una fresa o como una amapola!
Pero – en todos los cuentos hay un pero- un día se acabó la tinta y el país del silencio pasó a ser un lugar triste e insulso, todo gris. ¿Y cómo devolver la alegría a un país sin color? Con una enorme carcajada, una risa que se contagia y devuelve la felicidad a todo el pueblo.
Lo más divertido de esta historia es que la persona que contagia esa risa – a diferencia de nuestra realidad- es la presidenta, que hace de su país un lugar envidiable a donde mandan a curarse a la gente amargada o a aquella que está preocupada.
El costarricense Jaime Gamboa y la venezolana María Elena Valdez nos regalan una historia cargada de fantasía. Las ilustraciones van del más variado color a la monotonía de los tonos grises sepia. Pero lo que más llama la atención es el trazo recto de las figuras: rostros cuadrados, ojos triangulares, hocicos puntiagudos y dedos rectangulares contrastan con las formas curvas de la desternillada presidenta.
Y detrás de esta aventura, en el timón de esta delicada edición: la editorial Amanuense.