Sin duda, Ismael Serrano tiene la capacidad de convertir lo cotidiano en excepcional, y tanto sus canciones como sus relatos son buena prueba de ello.

“El viento me lleva”, publicado por Grijalbo, son siete relatos en los que el propio Ismael es el narrador que se encuentra en su camino con personajes variopintos que buscan reconocerse en los ojos de otro, que necesitan contar sus historias y saber que no están solos.
Un mago, un político delincuente, una viuda, una violinista, un narcotraficante, son algunos de los personajes que desnudan sus vidas ante nosotros dejando al descubierto sus virtudes y sus miserias. Temas de todos los días: corrupción, violencia, amor, desamor.. siempre con un halo de esperanza, la esperanza de ser escuchados y saber que no estamos solos en este gran teatro que es la vida.
La mayoría de estas historias parecen haberse gestado entre el humo y el olor a cerveza de los bares, ese lugar donde el narrador reconoce haber sido tan feliz. Quizás por eso cuando uno termina de leer este libro, lo que más desea es tomarse un avión y caer directo en un garito de La Latina para ser testigo de esas y otras historias.
De entre todos los cuentos, el que más fuerte me golpeó fue “La viuda que soñaba con el mar”, la historia de una mujer que decidió cumplir su sueño y ser feliz, porque nunca es “demasiado tarde para empezar de nuevo”. Y así como en esta frase, el autor nos va haciendo guiños a sus seguidores que reconocemos en medio de la narrativa letras de sus canciones.
Una edición muy cuidada con deliciosas ilustraciones de muñecas rusas que hacen de separador entre historia e historia, porque en algún punto los personajes se cruzan y un insistente bolero suena.
Leer y escuchar a Ismael Serrano siempre me transporta a recuerdos de mi propia historia, porque a mí también me conmueve ver a la gente despedirse en los aeropuertos, me sigue emocionando escribir cartas mientras dialogo conmigo misma y recuerdo con nostalgia esas noches de verano que siempre eran tan cortas. Y, como este vallecano con el que comparto también año de nacimiento, siento que solo conozco una ciudad cuando tengo un bar al que acudir como a mi casa y una librería favorita.
Auténtico, directo, emotivo. Les recomiendo dejarse llevar por su viento.