Mi nombre es Evelyn y soy una lectora empedernida. Crecí en Barcelona, pero hace varios años que vivo en Uruguay. Mi pasión por la lectura y la escritura nació allá por el año 1980 cuando apenas con seis años me regalaron el primer libro del que tengo recuerdo y que todavía conservo, una antología de cuentos de Andersen, entre los que estaba el que fue mi cuento preferido durante mucho tiempo:Ole cierraojos. Esperaba la noche para irme a la cama a leer hasta que mi madre venía a apagar la luz que, muchas noches, volvía a encender cuando escuchaba que cerraba la puerta de su cuarto. A donde quiera que fuera, y a falta de hermanos, viajaba siempre con mi inseparable libretita donde escribía cuentos, ¡e incluso novelas!, una de las cuales acabó siendo un enorme borrón en las aguas del río Rossinyol.
Muchos años después me volqué hacia la literatura en mis estudios y defendí mi maestría en Teoría Literaria y Literatura Comparada con un trabajo sobre las relaciones intertextuales en la obra del autor uruguayo, Carlos Martínez Moreno.
Pero fue en el 2006, con el nacimiento de Guille, mi primer hijo, cuando descubrí que yo quería dedicarme a lo que mejor sabía hacer: contagiar mi pasión por los libros.
Fue en ese momento que empecé a escribir cuentos infantiles. En el año 2012 decidí que me quería profesionalizar y cursé, gracias a una beca, el Curso de Experto Universitario en animación a la lectura de la UNED al tiempo que me desarrollaba como docente gestora dentro del Plan Nacional de Lectura de la Dirección de Educación del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) de Uruguay. Mi principal tarea en el MEC es formar a mediadores de espacios de lectura en estrategias de animación, con cursos tanto presenciales como virtuales.
También he realizado distintos talleres para niños en escuelas, centros culturales y ferias, convencida de que la lectura nos posibilita crecer más libres.
Creo, como Graciela Montes, que el lector va construyendo su lugar en el mundo lectura a lectura, porque «no es lo mismo leer que no leer, no es lo mismo entretejerse y formar parte del tapiz, que quedar mudo y afuera». Por eso, todas las noches, antes de dormirnos y de que solo quede encendida la luz de la luna, Guille, Noa y yo leemos un cuento (o varios) para dejarnos en manos de Ole Cierraojos.
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