
Ratoncita vive en una ciudad envuelta por un gran muro rojo. Nadie sabe por qué se construyó ni desde cuándo está ahí, pero se han acostumbrado a vivir con él y no quieren hacerse demasiadas preguntas. Todos los animales están convencidos de que ese muro los protege y que del otro lado, un lugar que intuyen sombrío, se esconde el peligro, lo desconocido.
Sin embargo, Ratoncita es curiosa y no le sirven las respuestas que le dan porque ella quiere saber qué hay más allá. Lo descubrirá gracias al vuelo de Pájaro Azul quien le transmitirá una de las mejores enseñanzas que he leído en los últimos tiempos en un libro de literatura infantil: la gran mayoría de los muros los construimos nosotros mismos y nos impiden conocer cosas maravillosas que nunca soñamos que existieran. Por eso, los colores grises y las formas rectas se convierten, al cruzar el muro, en un mundo lleno de color y fantasía, un bosque que destila vida y que nos invita a derribar los muros del miedo.
El libro está escrito e ilustrado por Britta Teckentrup, autora alemana reconocida internacionalmente y nacida hace cincuenta años, y publicado por la editorial Nube ocho. Quizás por su origen y su historia, una no pueda evitar, en tiempos tan convulsos y con mirada de adulto, relacionar este muro con el de Berlín, pero también con la política del miedo actual en Europa o en Estados Unidos.
Lo fabuloso de esta lectura es que el animal más pequeño y, por tanto, más indefenso, es el único capaz de dejar a un lado sus miedos para enfrentar lo desconocido. Y también podríamos darle una lectura en clave de género porque se trata de una ratoncita hembra, valiente y empática, que regresará para compartir su descubrimiento aun con el riesgo de no ser escuchada. Y será cuando regrese que sucederá algo extraño que le dará la respuesta a todas sus preguntas. No voy a desvelar qué ve Ratoncita al regresar, pero esa imagen disparará decenas de preguntas: ¿Ser feliz es no preguntarse como zorro? ¿Cuántos osos infelices que han perdido su rugido nos rodean? Y la más importante:¿Por qué no escuchar más a menudo a los más pequeños?
Hacen falta más ratoncitas que nos abran horizontes y nos permitan ver con nuevos ojos la realidad.