¿Hay algo que dé más miedo pero que al mismo tiempo que nos libere más que la verdad?
De eso nos habla Un monstruo viene a verme, de lo doloroso que es a veces aceptar la verdad, incluso más que la propia muerte.
Conor es un joven de 13 años que se enfrenta al cáncer terminal de su madre, con quien vive. Su padre es para él un desconocido que ha rehecho su vida en otro país y con su abuela materna no tiene muy buena relación. Apenas tiene amigos en el instituto y, por si eso fuera poco, sufre de bullying. Conor está paralizado en medio de un túnel al que no le ve salida.
Todas las noches lo viene a visitar un monstruo, un tejo centenario que le cuenta historias con las que espera poder salvarlo. No es casual que sea un tejo ya que es un árbol que está presente en todos los cementerios de Inglaterra y que simboliza la inmortalidad del alma.
Lo cierto es que el tejo no es más que la metáfora del monstruo que Conor encierra dentro de sí mismo y que lo tiene paralizado y lleno de odio.
A medida que la historia avanza, Conor irá descargando su ira contra el mundo, hasta el punto de herir de gravedad a una persona. Sin embargo, no encuentra el castigo que busca porque todos lo compadecen. Así, mientras el mundo le tiene lástima, él carga con su culpa por desear que la agonía termine de una vez por todas.
El tejo es también un gran narrador de historias con una fuerte carga simbólica, a las que por momentos cuesta encontrarles sentido; quizás hubiera sido más apropiado una sola narración que le hubiera dado continuidad a las enseñanzas del tejo.
Este libro es todavía más conmovedor cuando uno sabe que, a pesar de estar escrito por Patrick Ness, la idea original fue de la escritora anglo-irlandesa Siobhán Dowd quien murió prematuramente a los 47 años de cáncer de mama, razón por la que no pudo terminar de escribirla.
No creo que esta obra, que además ha sido llevada al cine por Juan Antonio Bayona con actores de la talla de Liam Neeson y Sigourney Weaver, se convierta en un clásico de la literatura juvenil, pero, yo que viví en carne propia la experiencia de un ser querido con cáncer, reconozco que la novela consigue transmitir ese sentimiento tan contradictorio de desear que el otro no se vaya pero al mismo tiempo de querer poner fin cuanto antes a la agonía.