La abuelita de arriba y la abuelita de abajo, de Tomie dePaola, es una historia real llena de ternura donde el autor hace un homenaje a su abuela y, sobre todo, a su bisabuela irlandesa.
El libro fue publicado por primera vez en 1973. La edición que nos ocupa es la de Norma en su colección para los más pequeños, Buenas noches, que ahora distribuye en Uruguay Santillana.
Tomás visita todos los domingos a sus abuelos acompañado de su inseparable conejo de peluche. En la planta de abajo está su abuela, siempre activa, cocinando. En la planta de arriba está su bisabuela de noventa y cuatro años, quien solo sale de la cama para sentarse en una silla a la que atan para evitar que se caiga.
Tomás pasa la mayor parte del tiempo charlando y comiendo pastillas de menta con ella. Pero un día la bisabuela se muere y Tomás tiene que entender que solo volverá a verla en el recuerdo.
A partir de una historia muy sencilla y unas ilustraciones cargadas de nostalgia en tonos pastel, el cuento nos acerca a uno de los temas tabúes de la literatura infantil y juvenil: la muerte y cómo enfrentar la ausencia definitiva de los otros.
Sin embargo, yo diría que también nos habla del amor hacia los ancianos, porque esa bisabuela está llena de luz en su sonrisa, en los colores de su vestimenta, en su impecable pelo cano, en la claridad de su cuarto. Y Tomás no ve en ella a un ser lejano y decrépito, sino a una mujer hermosa a la que casi idealiza y con quien decide pasar sus domingos.
Quizás resulte un poco recurrente la imagen final de la estrella fugaz como un guiño de las abuelas desde el cielo, e incluso la frase de un Tomás adulto diciendo: “Ahora ambas son abuelas de arriba”, pero es consecuente con ese sabor dulce que nos quiere dejar el autor.