A cualquiera que haya vivido en la ciudad de Montevideo y traspasado ese muro invisible que separa el sur del norte no puede dejarle indiferente este cuento de Sebastián Pedrozo, una historia emotiva que golpea el corazón.
“Cualquier niño del norte” nos habla de un mundo dividido entre ricos y pobres donde solo la mirada inocente de una niña puede desdibujar esa frontera.
Maica percibe la diferencia en el color del paisaje, en la falta de viento y de olor a mar, pero no entiende por qué su padre conduce tan apurado cuando llega al norte, por qué se empeña en cerrar las ventanas a pesar del extremo calor.
Allí, en el norte,escondido en una caja de cartón, vive Ángel (así lo ha bautizado Maica). Alrededor, solo hay papeles y “un jardincito de piedras”. Maica desea bajarse del vehículo y conocer a ese niño del que solo ve sus piernas, pero su padre nunca le dejaría. Un día , las circunstancias le permitirán acercarse, pero Ángel ya no estará. En el interior de la caja, solo una tela abultada y debajo, aviones de papel que Maica siente que Ángel hizo para ella, para que no pasara tanto calor en el auto. A cambio, ella le regalará un balde de arena de la playa, de esa que los niños del sur tienen tan cerquita.
‘Cualquier niño del norte’ recibió el segundo premio en el concurso “Los niños del MERCOSUR” en 2007. El texto, publicado por Comunicarte en edición bilingüe, fue ilustrado por Claudia Degliuomini quien, mediante la técnica del collage y el dibujo, supo plasmar a la perfección la mirada inocente de Maica y la soledad de los personajes, pero también un halo de esperanza.
En el fondo, la protagonista, huérfana de madre, se siente tan abandonada como Ángel, pero sabe que “tener lástima, lastima” y ella, ante todo, busca la felicidad, suya y de los demás.
Sin duda, Ángel puede ser cualquier niño del norte. Ojalá nosotros pudiéramos ser cualquier Maica del sur.