Tuve el placer de conocer a Claire Nivola hace un par de semanas en su hermosa casa en Newton. “Star Child” fue el primer libro de ella que cayó en mis manos y quedé enamorada a primera vista.
Me sentí identificada con ese niño estrella que, aunque sabe que un día llegará el final, desea convertirse en humano y vivir el ciclo de la vida donde cada día es una nueva aventura.
Detrás de la metáfora de esa estrella que mira la luz de la Tierra desde la negrura del firmamento y que quiere ir hasta ella, se esconde una lección de vida, un canto a la vida.
Los mayores le explican que para visitar la Tierra tendrá que nacer como humano y dejar su paz y monotonía para aprender a vivir en un mundo lleno de estímulos donde todo cambia constantemente y donde también vivirá tristezas, desilusiones y miedos. Le advierten también que quizá lo más duro sea decir adiós a ese mundo cuando llegue el momento. Pero el niño estrella desea ir pese a todas las advertencias. ¿Se arrepentirá, valdrá la pena su osadía?
Si bien el texto está escrito en tercera persona, la autora utiliza con frecuencia citas en primera persona de los mayores que se dirigen al niño, pero también, o quizás debería decir sobre todo, al lector. El texto, con un lenguaje simple pero poético a la vez, es hermoso, pero mucho más lo son las ilustraciones. Hechas con acuarela y gouache, con un estilo por momentos puntillista y por momentos con minucioso detalle, destilan vida y nostalgia. Imposible no mirarlas y volverlas a mirar una y otra vez.
El libro fue publicado en 2014 en inglés y en 2015 en español por la editorial Juventud (desconozco si su traducción es buena). Otro dato a destacar es que el libro está dedicado a su amiga y editora, muerta dos años antes de a publicación, Frances Foster, una figura esencial en el mundo de la literatura infantil y juvenil en Estados Unidos.